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Acora, un mercenario Mandinka, fue parte de la guardia personal del sátrapa Bessus hasta que el antiguo lugarteniente de Darius abandonó todo honor y se volvió contra Alejandro, tratando de recuperar los restos del Imperio iniciando una rebelión en Bactria. 

 

El destino tenía otras ideas. Al ver el deshonor de Bessus, Acora y sus compañeros lo mataron, dejando su cadáver para los buitres. Se fueron y buscaron un nuevo empleo con hombre más honorable, Alejandro. Los rechazó a todos, pero algo en Acora impidió que el macedonio lo enviara con los demás. Sabía que a Acora no le había gustado tanto el asesinato de Bessus como sus compañeros. Vio la chispa del honor en este hombre, así como algo más. Ofreció rango, salario y privilegios en su nuevo ejército y Acora aceptó con gusto.   

 

Aunque, a todos estos altos guerreros de Afrika, les llamaron etiopios, a Acora, no fue problema, quisiera que le conocieron mas por su espada que su origen.

 

​Aunque prefería la vida de guerrero, Acora había sido bien educado por los estándares de la época, aprendiendo muchos de los secretos Kemet de sus tíos sacerdotes, y él mismo pudiera haber sido sacerdote algún día.  

 

El destino tenía otra idea en el asunto, Alejandro recordó su honor cuando llegó el día de grandes cambios

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Que sería elegido como Kalshodar era una conclusión inevitable, que lo dejarían atrás sería un shock para cualquiera que no lo conociera bien. Aunque su estado actual es de suma tristeza, no hay nadie que podría salvar a los Hijos de Némesis como él lo ha hecho.

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Nadie más tiene ni la fuerza de voluntad ni la fe que él tiene para sacarlos del miedo, deseo para la vergüenza y la depresión. Uno podría decir que Alejandro lo había planeado así pero ¿cómo estuviera posible?

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